En Iguzzini, la fachada se entiende como una capa viva que conversa con la ciudad: filtra el sol, suaviza reflejos y acompasa el paso de las horas sin perder transparencia. La arquitectura textil introduce una luz templada que hace habitable el borde entre interior y exterior; un paisaje sereno donde trabajar, reunirse y mirar hacia fuera con comodidad. La ingeniería queda en segundo plano para que la experiencia (dentro y fuera) sea clara, amable y continua.
La intervención se resuelve con una piel textil tensada compuesta por módulos de membrana técnica microperforada y perfilería de aluminio lacada, anclada a subestructuras puntuales para mantener la lectura limpia del edificio. La modulación sigue los ritmos estructurales del conjunto, combinando diferentes tonalidades en paños planos y ligeras curvaturas donde es preciso redirigir la radiación o controlar vistas. Los encuentros se resuelven con piezas específicas que aseguran tensión homogénea y una superficie estable y limpia. El resultado es una capa de control solar que reduce deslumbramientos, mejora el confort térmico junto a la fachada y difunde la luz natural hacia el interior, sin interferir en la identidad arquitectónica ni en la operativa diaria del edificio.
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